viernes, 17 de mayo de 2013

Amor - Jean Marestan

Esta es parte de la definición de amor extraída de Amor libre, eros o anarquía, que es un conjunto de textos compilados por Osvaldo Baigorria. Se puede encontrar Aquí:

Fuente

AMOR (Jean Marestan):


Apego sentimental a una persona o gusto pronunciado por una cosa. Tal es la definición de uso corriente que, sin pretenderla perfecta, parece ser la más apropiada para expresar diversos sentimientos que, con frecuencia, tanto por su origen como por su naturaleza, no tienen casi ninguna relación entre sí. Nuestra definición no será completa si no distinguimos entre el amor que tiene por objeto las cosas y el amor que tiene por base a seres animados, principalmente a los seres humanos. Y, en este último caso, distinguir entre el amor que se siente por uno mismo y el que sentimos por el prójimo; entre el amor idealista, familiar o apasionado, y el amor sexual, porque las características no son idénticas.

[...]


Ni el amor propio, ni el amor a sí mismo deben confundirse con el egoísmo que, desde el punto de vista de la utilidad social, no es una virtud, sino un vicio, si para la palabra egoísmo queremos conservar la significación consagrada por el uso y no exenta de razón. En efecto, la palabra egoísmo no significa –con arreglo a su etimología– amor a sí mismo, sino sobre todo rebuscamiento de satisfacciones personales sin consideración a las consecuencias que esa satisfacción pueda tener para el prójimo. Definido así, el egoísmo aparece como un notable factor de tiranía y como uno de los más grandes obstáculos para la armonía social.

[...]


En cualquiera de sus manifestaciones, ennoblecido por la inteligencia y el saber, o simple y llanamente en su expresión sexual, el amor debe ser libre. Se basta a sí mismo desde el instante en que sin dañar a nadie embellece nuestra existencia y contribuye a nuestra felicidad. El amor no tiene necesidad de la excusa de la procreación, que es solamente su consecuencia normal, ni de una sanción legal o religiosa, que no son más que reglamentos interesados o simples formalidades convencionales. El amor contiene su propia poesía y su plena justificación. El humo del incienso y la lectura monótona del código civil son incapaces de hacer nacer el amor en donde no existe, de conferirle moralidad donde no es más que asqueroso regateo. El despotismo del legislador es impotente para restablecer la unión de almas y el apetito de los sentidos en el seno del hogar donde no exista más que animosidad y odio.


Admitir el principio de la libertad del amor es reivindicar intensamente para los demás, como para nosotros mismos, el derecho de amar a quien nos plazca, de la manera que nos plazca, sin otra obligación que la de tomar bajo nuestra responsabilidad el daño que nuestra conducta haya aportado a la existencia del prójimo”.



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