Mario Benedetti - Idilio
La noche en que colocan a Osvaldo (tres años
recién cumplidos) por primera vez frente a un televisor (se exhibe un drama
británico de hondas resonancias), queda hipnotizado, la boca entreabierta, los
ojos redondos de estupor.
La madre lo ve tan entregado al sortilegio de
las imágenes que se va tranquilamente a la cocina. Allí, mientras friega ollas
y sartenes, se olvida del niño. Horas más tarde se acuerda, pero piensa: ‘’Se
habrá quedado dormido’’. Se seca las manos y va a buscarlo al living.
La pantalla está vacía, pero Osvaldo se
mantiene en la misma postura y con igual mirada extática.
‘’Vamos. A dormir’’, conmina la madre.
‘’No’’, dice Osvaldo con determinación.
‘’Ah, no, ¿se puede saber por qué?
‘’Estoy esperando’’
‘’¿A quién?’’
‘’A ella’’
Y señaló el televisor.
‘’Ah, ¿Quién es ella?’’
‘’Ella’’
Y Osvaldo vuelve a señalar la pantalla. Luego
sonría, candoroso, esperanzado, exultante.
‘’Me dijo: querido’’.
Mario Benedetti, Despistes y franquezas
No hay comentarios:
Publicar un comentario